Los expertos decidieron supervisar las rocas de forma remota, mediante la instalación de una estación meteorológica Uno de los autores del experimento ha reconocido que pensó que sería «el trabajo más aburrido de todos» ya que tenían que espera a que algo sucediera. Sin embargo, la investigación comenzó en el 2011 y en diciembre del 2013, los investigadores llegaron a Valle de la Muerte para descubrir que la playa estaba cubierta con un estanque de agua de siete centímetros de profundidad.Sus observaciones muestran que para que las rocas entren en movimiento se necesita una rara combinación de eventos. En primer lugar, que el lago se llene de agua, que debe estar a una altura lo suficientemente profunda para formar hielo flotante durante las noches frías de invierno, pero lo suficientemente poco profunda como para no bloquear las rocas. Como las temperaturas nocturnas se desploman, el estanque se congela para formar láminas delgadas de hielo, que debe ser lo suficientemente delgado como para moverse libremente, pero lo suficientemente grueso como para mantener la fuerza. Los días de sol, el hielo comienza a derretirse y a romperse en grandes paneles flotantes que los vientos ligeros impulsan a través de la explanada, empujando las rocas y dejando rastros en el barro blando debajo de la superficie.
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